Luego de haber entregado su solicitud y recibir la noticia de que todo estaba en orden y había sido registrado con éxito, se asignaron una habitación y le dieron más información para que pudiera moverse dentro de las instalaciones con facilidad. El servicio fue muy amable y agradable.
Una joven que se hacía llamar Isamu se acercó para llevar su equipaje, pero resultó extrañarse cuando notó que el inquilino no llevaba nada de este consigo. Terizla le explicó muy brevemente que él no necesitaba ese tipo de cosas por su condición y le agradeció enormemente la ayuda a pesar de ello. Igualmente ella le guió a su habitación donde se despidió.
Por fin el robot pudo observar con cuidado el lugar donde se quedaría por los próximos… Bueno, hasta que la misión terminara o su padre encontrara la forma de llevarlo de regreso. Pero regresando a su cuarto, caminó por el amplio espacio y revisó cada pequeña estancia, que probablemente no usaría nunca como el baño. Él se limpiaba de otra manera. Finalmente, observó un pequeño aparato colocado encima de la cómoda que estaba al lado de la cama. Con curiosidad se acercó, notando que era como una especie de parlante inalámbrico solo que arriba tenía una especie de lente. Lo encendió y después de un pequeño ruidito el lente proyecto una luz de la cuál apareció un holograma de una criatura celeste con rostro negro.
—Mucho gusto. Mi nombre es Mell y seré tu I.A guía aquí en IRO. ¿Con quién tengo el placer?
El chico se sorprendió de momento al ver que había algo así de avanzado aquí, pero le hizo bastante feliz. —Me llamo Terizla, un gusto.
Luego de las presentaciones, tuvieron una pequeña introducción, donde la I.A le explicaba sus funciones y qué podía hacer aquí, así como Terizla le contaba un poco de él.
—Entonces, ¿para llevarte conmigo debo usar esto? —preguntó viendo un pequeño reloj digital. No le agradaba mucho la idea. —¿Y si mejor cargo tu sistema en el mío? Me sentiría más cómodo.
—¿Puedes hacer eso? ¿No te meterías en problemas?
—No. Ya que sólo serías una copia. No tocaría la base de datos que reside aquí en el edificio. —Le explicó un poco más como sería la transferencia y básicamente sería lo mismo que lo que haría el reloj. Al final Mell aceptó al ver que era seguro y permitió que uno de los apéndices de Terizla se conectara a su dispositivo. Un par de minutos después y la pequeña I.A proyectó su holograma a través del puerto metálico de uno de los brazos mecánicos de su persona.
—¡Transferencia exitosa! —comentó la I.A —Ahora podemos ir a conocer el lugar. De seguro debes tener hambre. ¿Te llevo al comedor?
—Gracias, pero me temo que no. No puedo comer aunque quiera. —Salieron de la habitación mientras conversaban un poco más. —En realidad me gustaría ver si puedo hacer algún tipo de conexión con mi padre. Quisiera poder contarle el progreso de la misión.
—¡No hay problema! Solo debes decirme su número de teléfono o bien, su correo.
—Eso dudo que funcione a menos que las redes de comunicación de este mundo traspasen universos.
Mell guardó silencio unos momentos. —Lo siento, no entiendo qué quieres decir.
Bueno, se venía una explicación algo larga.
(*)
Durante la charla, habían terminado en el huerto. Terizla observó fascinado cada planta cultivada, incluso los que trabajaban ahí le permitieron acercarse a algunas para poder verlas. Frutas y verduras que nunca había escuchado pues en su hogar lo único que encontraba era comida para gato y Fred rara vez llegaba con algo de comer, aparte, con las leyes que hay en su mundo con respecto a la protección de flora y fauna, ver tantas plantas y flores juntas, era algo que solo había apreciado en libros.
Se sintió bastante a gusto ahí y como era la hora del almuerzo, no habían inquilinos a su alrededor, por lo que podía hablar con su I.A sin que hubieran orejas de más.
—Entonces ¿Pretendes hacer un comunicador?
—Algo así. No será igual de grande como el de Padre, pero sí debería permitirme conectarme a su realidad. Según él, podría existir la posibilidad de que al ya haber establecido una vía entre ambos universos, yo pueda replicarla pero a la inversa.
—Eso sería ciertamente interesante. Pero parece que hay algo que está siendo un problema.
—Necesito colarme a la red de Internet y acceder a la información sobre los tipos de comunicaciones que tienen aquí y que tan avanzadas están. Por lo general, las más avanzadas son las que poseen las empresas de vigilancia o gobiernos.
—Entonces estas diciendo que debes- Pero Terizla la interrumpió ya que no deseaba que alguien externo oyera más de la cuenta.
—Si. Por eso es que estoy esperando un poco más. Necesito familiarizarme geográficamente con el lugar antes de empezar a moverme. ¡No puedo conectarme desde IRO! Si sus sistemas de seguridad llegan a detectarme, podrían rastrearme hasta aquí. —Frunció el ceño ante la idea. —Lo menos que quiero es meter en problemas a la administración. Este lugar no tiene nada que ver con mi misión mas que ser mi refugio.
—¿Entonces?
—Debo moverme por la ciudad y encontrar el punto adecuado para entrar. Tener esa vía me permitiría acceder a más datos que necesito.
—Eso suena algo complicado y bastante peligroso si no tienes cuidado.
—Lo es. Pero para eso fui hecho.
—Bueno, pero en lo que encuentras un lugar para eso, ¿Qué harás mientras?
—Construir la base del dispositivo por supuesto.
—¿Cómo?
—No tengo idea. —Soltó una pequeña risa. Si bien estaba presente cuando su padre creó el portal original, Varus tenía la mala costumbre de no compartir los datos o teorías con alguien a menos que fuera absolutamente necesario. Solía guardar las cosas en su memoria o en físico. —Pero, tengo entendido que aquí hay biblioteca ¿Verdad?
—Así es.
—Entonces buscaré libros sobre mecánica y física, podrían ayudarme. —Mell rápidamente le indicó donde estaba la biblioteca y después de agradecer el pequeño tour por el huerto, se dirigió hacia allí.
—Aunque no es tan amplia. Quizá te falte información.
—No importa. Veré lo que hay aquí, si no, tal vez haya más bibliotecas alrededor de la ciudad.
—Entendido. En ese caso, lo que buscas está en el área de ciencias, sección 3, estantes superiores.
—Muchas gracias, Mell.
Y así, Terizla tomó cualquier libro que le pareciera útil, llevándolos a una de las mesas de estudio que había. Además, preguntó si de casualidad tenían hojas blancas, el encargado del lugar asintió y le entregó un pequeño montón de estas además de un lapicero. Con todo lo necesario, empezó a leer los libros, hacer anotaciones y a dibujar posibles prototipos de la especie de radio que quería construir. Difícil hacerlo a mano cuando en su mundo todo era mediante proyecciones y hologramas, pero se las estaba arreglando bien.
Así pasó el resto de la tarde y la noche, leyendo los libros a una velocidad nada normal y apuntando lo que necesitaba. Creyó notar a algunos inquilinos que entraban a la estancia, pero estaba tan concentrado en lo suyo que lo único que hacía era regalarles una pequeña sonrisa si es que llegaban a cruzar miradas.
Tenía que ponerse a trabajar ya que no estaba ahí para vacacionar precisamente. Aunque si podría darse ratos para disfrutar y socializar más adelante cuando terminara.