Había una vez en un río una planta de caléndula muy bonita y parlanchina.
Esta sabía muchos secretos de los herboristas que eran muy antiguos y se negaban a admitir ninguna de las profecías del río arcano. Un día un tritón nadaba cerca y quiso comerse la planta, desesperada llamó a una ninfa, pero no llegaron sus serviciales a su rescate por la culpa de una mantícora que estaba haciendo un ensordecedor ruido.
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