Te reservo @Naiara
EDITADO PARA ENTREGAR: Muchas gracias, Myrella, por tu regalo. Es muy bonito ^^
Paso a entregar mi regalo para Naiara. Ya escribí la primera parte de esta historia páginas atrás, así que aquí va la segunda parte. Espero que te guste ^^
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—No podéis estar hablando en serio, ¡se trata de Naiara! —grité frustrado.
Sam y Castiel se miraron entre sí, sin saber qué decirme o cómo hacerme cambiar de opinión después de llevar horas discutiendo.
—Dean… ya lo hemos intentado y no consigo abrirlo de nuevo. Me temo que los ángeles están bloqueando todos mis intentos. Ya les pedí ayuda una vez, no volverán a hacerlo, además fue decisión de Naiara quedarse atrás.
Miré hostilmente a Castiel. ¡No podía estar hablando en serio! Naiara se quedó atrás para salvarme el trasero y yo huí como un cobarde. En aquel momento solo tenía en mente llegar hasta a Sam. Pero cuando logré atravesar el portal y me di cuenta de lo que había hecho comprendí que lo había vuelto a hacer.
Anteponer a Sam antes que todo. Siempre había sido así, pero a veces resultaba… doloroso.
—Tiene que haber alguna forma… —seguí insistiendo ignorando las replicas de ambos y le di un trago a mi vaso de whisky mientras me paseaba por la habitación de motel en la que nos encontrábamos y entonces tuve una idea—. Bueno, si los ángeles no quieren ayudarnos… siempre está la opción B.
Castiel y Sam me miraron. Castiel con ingenuidad sin entender de lo que hablaba, pero Sam leyó en mi rostro lo que planeaba y de inmediato se opuso.
—¡No! ¡No te atrevas! Sabes de sobra que los tratos con los demonios siempre salen mal —me recordó enfadado.
—¡¿Te crees que no lo sé?! ¡Pero es la única forma! No puedo dejar a Naiara en ese lugar… ¡Maldita sea! ¿Es qué no lo entendéis? ¡Está atrapada en un maldito mundo lleno de criaturas sobrenaturales!
Preferí omitir el detalle del vampiro que conocí durante mi “estancia” en ese lugar. Nunca llegué a saber su nombre, pero fue uno de los que me interrogaron. Pero supe enseguida que era un chupasangre y sabía de sobra los traumas que Naiara tenía con los vampiros. No quería ni imaginar cómo debía sentirse al haber quedado atrapada en un lugar así.
Todos los recuerdos del pasado debían haber vuelto a ella cuando le vio y yo en vez de luchar a su lado la abandoné. Sentía que nunca podría perdonármelo si no hacía nada por rescatarla, se lo debía. Cuando la rescatamos de aquel nido de vampiros apenas era una niña a la que le habían robado la infancia y sin ganas de vivir. Me juré aquel día que la protegería y había fallado una y otra vez…
Aún podía recordar el día en que mi hermano y yo la rescatamos…
—Por el amor de Dios, ¿quieres quitar esa música, Dean?
Yo le ignoré y seguí tarareando la canción de heavy metal que sonaba en la radio mientras iba dando palmas en el volante del coche mientras conducía.
Entonces Sam, molesto, apagó la radio y siguió leyendo el periódico que tenía en las manos.
Pero a cabezón no me ganaba nadie, así que seguí ignorándole y volví a encenderla.
Mi coche. Mis normas.
Pude sentir cómo me fulminaba con la mirada, pero fingí no darme cuenta y seguí tarareando la canción llevando el ritmo con las manos.
—No me obligues a elegir, Sam. En mi bebé se escucha la música que yo quiero —le dije cuando me harté de sentir su mirada insistente sobre mí.
Pero Sam no se dio por vencido y volvió a apagarme la radio.
—¿Aún sigues enfadado? Madura, Dean. Tenemos asuntos de los que ocuparnos —replicó con tono molesto mientras señalaba algo en el periódico en sus manos.
Yo le hice burla mientras hablaba, cuando se dio cuenta volvió a fulminarme con la mirada y finalmente accedí a escucharle.
—¡Vale, está bien, tú ganas! ¡¿Qué narices llevas leyendo con tanto interés media hora?!
Sam ignoró mi mal humor y me expuso el caso.
—En Seattle se ha reportado una nueva desaparición de un hombre y han encontrado el cuerpo de otros dos que habían desaparecido hacía una semana. No puede ser coincidencia, las desapariciones y los cuerpos tienen que estar relacionados, algo está ocurriendo en Seattle.
—La gente desaparece o es asesinada continuamente, eso no prueba nada, no tiene por qué deberse a nada sobrenatural—repliqué, sin entender por qué ese caso le había llamado la atención a Sam.
—No, escucha, es el mismo modus operandi. Desaparecen por la noche tras acudir a discotecas o bares nocturnos y encuentran sus cuerpos días después. Y todos ellos presentan marcas extrañas en el cuello, además aparecen totalmente drenados.
Fruncí el ceño.
Me molestaba reconocerlo pero Sam tenía razón, todo parecía indicar que el responsable era alguna criatura sobrenatural.
—¿Vampiros? —sugerí.
—Puede, encaja con el hecho de que todas las desapariciones se producen por la noche. Me preocupa el hecho de que si se trata de vampiros tiene que ser un nido grande, son demasiadas desapariciones en poco tiempo.
Sam me explicó un poco más los detalles del caso que relataba el periódico y cada vez estaba más claro que se trataba de vampiros.
Cuando tuvimos claro que era un caso para nosotros di media vuelta y me dirigí hacia Seattle.
Llegamos por la mañana a Seattle y alquilamos una habitación del primer motel que vimos. Una vez allí Sam se quedó investigando más sobre el caso indagando en la base de datos de la policía y yo fui a la comisaria del lugar y me presenté como el agente Berry.
Una vez enseñé mi placa de identificación falsa el policía con el que hablaba se mostró algo más dispuesto a colaborar.
Sonreí.
El traje y la identificación falsa nunca fallaban.
—Tome, agente Berry. Esta es toda la información que tenemos sobre los casos abiertos de desapariciones —me dijo mientras me daba una montaña de documentos.
Abrí mucho los ojos al ver todo ese papeleo. ¡¿Pero cuánta gente había desaparecido en esta ciudad?!
—¿Está seguro de que todos estos informes son de casos abiertos? —pregunté aún en shock.
El agente frente a mí me miró desganado antes de asentir y seguir comiéndose la rosquilla en su mano.
Y viendo su parsimonia podía entender que hubiera tantos casos, cuando miré a mi alrededor vi más de lo mismo. Nadie parecía estar haciendo su trabajo y los pocos que sí se les notaba igualmente desganados, vi a lo lejos a dos policías hablando entre sí entre risas, otra policía miraba su reloj con impaciencia mientras tecleaba en su ordenador con cara de desear estar en cualquier otro lugar menos ahí.
Sonreí forzadamente al policía que me había dado los informes y me senté en la mesa libre que me había asignado antes de ponerme a revisar los informes uno por uno.
No fue hasta prácticamente al anochecer que terminé de revisar todo y regresé al motel. Tanto Sam como yo teníamos novedades.
—He visto los informes forenses y no hay duda, son mordeduras de vampiros —empecé yo a contarle lo que había descubierto—. Y tenemos premio gordo, se confirma que es un nido grande. Uno de los cuerpos tenía hasta diez mordeduras distintas.
No había sido fácil calcular el número exacto, pero esa era la aproximación más cercana que había podido deducir comparando todas las imágenes forenses.
Aún así eran inteligentes, sabían que un cuerpo lleno de mordeduras llamaría la atención, así que trataban de disimularlas destrozando el cuello de las víctimas de forma grotesca. Pero si sabías qué buscar era fácil reconocer sus marcas entre tanto destrozo.
Sam me preguntó algo más al respecto y le conté todo lo que había averiguado, luego fue su turno de contarme todo lo que había descubierto.
—En mi caso he encontrado algo interesante. Hay un testimonio que asegura que uno de los hombres que desapareció hace un mes abandonó el bar en compañía de una chica joven, de hecho incluso sospechaba que era menor de edad. Cuando la policía le interrogó hicieron un retrato robot de la chica y adivina… —dijo Sam mientras rebuscaba entre sus papeles, finalmente encontró lo que buscaba y me pasó la hoja—. El retrato robot coincide con una menor desaparecida hace cinco años en un incendio. Nunca encontraron su cuerpo, los informes determinaron que solo estaban las cenizas de su familia. Pero dado que su habitación estaba en la segunda planta y la chica tenía doce años asumieron que era imposible que hubiera sobrevivido y la dieron por muerta sin investigar más.
—¿Insinúas que la chica se convirtió en vampiro? —le pregunté sorprendido.
Pero él negó con la cabeza.
—No, fíjate mejor en el retrato robot —me pidió y examiné con atención el dibujo.
Fruncí el ceño cuando me fijé en extrañas marcas en su cuello.
—Tiene cicatrices que indican que han estado alimentándose de ella durante años. No es una vampiro…
Tensé los labios antes de terminar la frase por Sam.
—Es una esclava —concluí.
Era habitual que algunos nidos de vampiros secuestraran a menores para usarles de cebo o para simplemente alimentarse de ellos hasta que morían. Por alguna retorcida razón solían secuestrar a niños porque eran más manipulables y desarrollaban con más facilidad el síndrome de Estocolmo.
Recordé entonces el caso de un niño de siete años al que otro nido secuestró y al que usaban como cebo. Le obligaban a fingir estar perdido por las calles y cuando algún adulto trataba de ayudarle el niño les llevaba hasta la trampa donde los vampiros les esperaban para alimentarse.
Por suerte Sam y yo logramos rescatar a aquel chaval, pero por un niño al que rescatábamos diez más eran secuestrados. Había millones de nidos por todo el mundo. Era un círculo sin fin. Por eso odiaba a los vampiros, ¡malditos chupasangres!
Tras todo lo que habíamos descubierto ideamos nuestro plan.
Así que esa noche Sam y yo nos vestimos de forma casual y fuimos a una de las discotecas donde más desapariciones se habían producido.
Lo primero que llamó nuestra atención fue un cartel de “Las chicas entran gratis”, lo que explicaba cómo era posible que una menor de edad sin identificación alguna o puede que incluso con carnet falso pudiera entrar con tanta facilidad en ese tipo de locales. No había ningún control para menores siempre y cuando fueran chicas.
La música estaba tan alta que me costaba comunicarme con Sam. Nos acercamos a la barra y pedimos un par de bebidas mientras examinábamos la zona con discreción.
Y entonces la vi, había una chica al fondo de la barra que parecía estar ligando con un grupo de chicos jóvenes que parecían embelesados por ella.
No podía culparles, debía reconocer que la chica era atractiva, podía entender el motivo del nido para secuestrarla. Pero había algo que me molestaba, ¿cómo ocurrió el incendio? ¿Fue algo accidental y los vampiros aprovecharon la oportunidad de llevársela? ¿O habían provocado el incendio para cubrir sus huellas y que nadie la buscara?
Mientras más la miraba más me convencía de que el incendio no podía haber sido casual, esa chica llamaba demasiado la atención por su belleza, era el cebo perfecto y los vampiros lo sabían. Lo más seguro era que la hubieran seguido durante un tiempo antes de poner su plan en marcha. Le arrebataron a su familia entre las llamas y luego la esclavizaron, sin más opciones para sobrevivir tuvo que obedecerles.
Le pegué un codazo a Sam para que mirara en su dirección y mientras lo hacía, por una milésima de segundo, la chica miró en mi dirección. Y nuestros ojos finalmente hicieron contacto visual.
Y entonces supe que estaba en lo cierto. Al mirarla a los ojos pude distinguir una profunda tristeza. Su rostro y su boca se reían, pero sus ojos lucían muertos.
La chica apartó la mirada de mí y siguió coqueteando con aquellos chicos.
¿Cómo era posible que todos esos hombres que seducía no se dieran cuenta de que no tenía interés real en ellos? Era tan obvio… solo bastaba con mirarla a los ojos para darse cuenta de que estaba fingiendo.
—Déjamelo a mí, espera aquí —le dije a Sam antes de tomar mi copa y dirigirme hacia ella.
Sam intentó detenerme sin éxito.
—¿Qué? ¡No! Espera, Dean, es más prudente seguirles a distancia para que nos lleve hasta el nido. Así pasaremos desapercibidos, pero si vas con ella les alertaremos.
Ignoré a Sam y fui hasta la chica.
¿El por qué lo hice? No estaba seguro. Había algo en esa chica que me impulsaba a querer protegerla. ¿Era esa mirada tan triste que tenía? ¿o tal vez sentía empatía por ella porque había perdido a su familia entre las llamas como nosotros a nuestra madre?
No lo sabía, solo sabía que no quería seguir viendo ese espectáculo. Prefería hacer de cebo.
—Hola, preciosa, siento haberte hecho esperar —le dije mientras apartaba de un empujón a uno de los chicos que estaban a su lado y me sentaba en su lugar.
La chica me miró sorprendida mientras los chicos me fulminaban con la mirada. Parecían estar esperando la reacción de la chica, querían saber si me conocía de verdad o si solo era un idiota más que se le había acercado.
La chica seguía examinándome en silencio y finalmente decidió seguirme la corriente, así que sonrió coquetamente en mi dirección.
—Hola, cielo, no te preocupes. Estos chicos tan amables de aquí me estaban haciendo compañía mientras esperaba.
Me sentí triunfante ante ellos, los cuales parecía que acabaran de romperles el corazón. Seguramente habían pensado que tenían alguna oportunidad con ella y ahora de repente aparecía su “novio”.
Les hice un gesto con la mano indicándoles que se fueran, que molestaban. Uno de ellos, al que había empujado antes, parecía más reacio y se le notaba con ganas de pelea. Pero finalmente decidió contenerse porque la chica estaba delante y se marchó con los demás.
Si tan solo supieran esos idiotas que acababa de salvarles la vida…
—¿Ya estás contento? Me tienes toda para ti… —exclamó coquetamente una vez nos quedamos solos.
Y si esa frase me la hubiera dicho cualquier otra chica en otra situación me habría sentido halagado. Pero en su lugar solo sentía escalofríos de pensar que esta chica era obligada a actuar así para cazar comida para sus secuestradores.
Aún así le seguí el juego y puse mi mejor sonrisa coqueta.
—Me gusta cómo suena eso… —le dije sonriéndole seductoramente—. No podrás negar que has salido ganando con el cambio.
Mi comentario la hizo reír y empezamos a hablar mientras Sam nos espiaba a lo lejos. Nos presentamos y para mi sorpresa me dijo su nombre verdadero, Naiara, confirmando así que sí era la chica desaparecida en el incendio. Yo había esperado que me diera un nombre falso, pero cuando lo pensé mejor en realidad tenía sentido que siguiera conservando su nombre. Nadie la estaba buscando y después de todo era lo único que le quedaba, esos malditos vampiros le habían arrebatado todo. Seguramente era la única forma que tenía de no olvidar quién era.
No tardó en ser evidente que no era una chica normal, cuando le preguntaba acerca de sus gustos solo daba respuestas superficiales. Si le preguntaba por su grupo de música favorito me decía alguna canción al azar, pero no conocía el nombre del grupo.
Si le preguntaba por sus películas favoritas no sabía decirme el nombre de ninguna, así que se inventaba los nombres y las tramas esperando que no me diera cuenta. O si insistía mucho me daba nombres de películas antiguas que seguramente vio en su niñez, pero ninguna reciente.
Resultaba evidente que esa chica no llevaba una vida normal aunque simúlala hacerlo. Llevaba desconectada de la realidad desde hacía cinco años tras su secuestro, sus secuestradores seguramente solo la sacaban para cazar, pero la mantenían ajena al mundo exterior. Así era más fácil controlarla.
Esos chupasangres pagarían por lo que habían hecho.
Cuando me quise dar cuenta llevábamos hablando horas y aún seguía esperado la invitación de la chica a seguirla a casa, pero esta no parecía llegar nunca. No sé si eran imaginaciones mías o qué pero me parecía que la chica estaba disfrutando de nuestra conversación sinceramente, tras oírla hablar con esos tipos de antes y oírla hablar conmigo notaba la diferencia entre simular interés y tenerlo realmente.
El encanto Winchester nunca fallaba. Pero era hora de ir a matar a esa basura que esperaban su regreso.
—Oye, me lo estoy pasando muy bien, pero me gustaría seguir la conversación en otra parte, aquí hay mucho ruido. ¿Te parece bien si vamos a tu casa? —le dije sirviéndoselo en bandeja de plata.
Ella me miró en silencio y pude notar que se le tensó muy sutilmente el rostro, como si le disgustara la idea, aún así de su boca solo salió un…
—Si es lo que quieres… me gustaría.
Asentí y ambos abandonamos el lugar.
Incluso sin verle podía sentir a Sam a nuestras espaldas. De camino a la casa de la chica esta parecía diferente, ya no se mostraba jovial como antes, sino que estaba repentinamente callada y solo me sonreía o asentía dejando que yo llevara el rumbo de la conversación.
¿Tal vez le había caído bien y no quería que me asesinaran? No lo sabía, pero seguí todo el camino fingiendo no darme cuenta de su cambio de actitud.
Finalmente llegamos al exterior de una vieja mansión a las afueras de Seattle. Pero en vez de guiarme al interior Naiara se quedó mirando hacia la casa en silencio y pude notar que le temblaban las manos mientras jugueteaba con sus dedos nerviosamente.
—Me lo he pasado muy bien hoy… muchas gracias —me dijo sin ser capaz de mirarme a los ojos.
—Yo también, pero la noche aún es joven, ¿por qué no entramos? —propuse.
Ella asintió, pero no se movió, así que lo hice yo y me encaminé hacia el interior de la casa. Entonces gritó.
—¡Espera! —me di media vuelta y la miré—. Lo siento, he cambiado de opinión, yo…
Se calló de repente mientras miraba algo detrás de mí, palideció de inmediato. Cuando me giré no vi nada, pero pude percibir un leve movimiento de cortina en una de las ventanas. Nos estaban observando.
Naiara cambió entonces radicalmente de actitud al saber que ya no había marcha atrás, sabían que estábamos aquí. Así que la vi fingir una sonrisa en mi dirección y me tomó de la mano.
—No me hagas caso, sigamos la fiesta dentro —exclamó mientras tiraba de mi mano hacia el interior de la casa.
Una vez dentro Naiara cerró la puerta y me llevó hasta un enorme salón que se notaba bastante abandonado como el resto de la casa. Los nidos de vampiros por lo general eran así, sitios abandonados que pasaban desapercibidos. El sitio era bastante lúgubre, acorde con los habitantes de la casa.
—Iré a traernos algo para beber, espera aquí, por favor —me dijo antes de mirarme una última vez y abandonar la habitación.
Algo en mí se removió cuando Naiara me miró, sus ojos vacíos parecían gritarme que huyera. Pero su boca solo me dijo que esperara ahí.
Y tal y como ya sabía no tardaron en venir a atacarme un grupo bastante grande de vampiros, por suerte para mí no estaba solo y Sam no tardó en entrar en escena. Yo saqué el machete que llevaba escondido y saludé a mis anfitriones que tan amablemente me habían abierto las puertas de su hogar.
Media hora después todos estaban muertos y Sam y yo cubiertos de sangre. Por suerte no era nuestra la sangre y habíamos salido victoriosos. Dejé a Sam ocuparse de los cadáveres y fui a buscar a Naiara que no había vuelto desde que se había marchado.
La encontré en el oscuro sótano del lugar tarareando una especie de nana mientras se cubría las orejas con las manos. Estaba sentada en un sucio colchón en posición fetal y con los ojos fuertemente apretados.
Estaba tan absorta intentando evadirse que ni se percató de mi presencia y aproveché para dar un vistazo al sótano donde la retenían. Ese lugar apestaba, había humedad y moho en las paredes. Por no hablar de las grietas y suciedad que había en el lugar. Apenas había mobiliario, solo el colchón en el que estaba sentada, una pequeña mesa a un lado y al fondo del sótano, tras una cortina, un inodoro. Había visto celdas más confortables que ese sitio. Era insalubre vivir ahí y esa chica llevaba cinco años retenida en ese lugar.
Me acerqué con cuidado hasta ella y apoyé una mano en su hombro.
Ella dejó de tararear y empezó a temblar, sin abrir los ojos, creo que pensó que era uno de ellos.
—He cumplido mi parte… por favor, no me hagáis daño.
Algo dentro de mí se rompió al oírla, tenía tanto miedo… Ya no quedaba ni la sombra de la chica alegre y risueña que fingía ser en la discoteca. Este era su verdadero yo.
Una niña atemorizada que necesitaba ayuda.
—Nadie nunca más volverá a hacerte daño —susurré y entonces ella dejó de taparse los oídos y me miró, abriendo mucho los ojos al darse cuenta de que seguía vivo—. Están muertos, ahora eres libre.
Las lágrimas no tardaron en acudir a sus ojos cuando comprendió que su pesadilla había llegado a su fin.
Le prometí que nunca nadie le haría daño de nuevo y era por eso que no pensaba rendirme, la traería de vuelta a la Tierra y si el chupasangres del parche se había atrevido a hacerle daño le mataría sin dudarlo.
Y no me importaban las opiniones de Sam y Castiel. Vendería de nuevo mi alma si con ello lograba sacarla de Eldarya.
Pero entonces un invitado no esperado apareció mágicamente en el lugar.
—¿Y este qué hace aquí? —pregunté extrañado mientras le miraba frunciendo el ceño, los ángeles llevaban frustrando todos nuestros intentos de abrir de nuevo el portal, ¿para qué había venido? ¿Para restregarnos en la cara que sin su ayuda era imposible?
Sam parecía tan confundido como yo. En cambio Castiel parecía tenso.
—Zachariah… —susurró Castiel visiblemente incómodo—. ¿A qué has venido? Te dije que me ocuparía yo.
Zachariah rodó los ojos, menospreciándole.
—Oh, sí, hasta ahora te ha ido estupendamente. Me he cansado de verte fracasar y he venido a intervenir antes de que Dean haga alguna tontería. Tengo grandes planes para él y no voy a permitir que los eche a perder porque tú no sabes controlarle.
Fruncí el ceño con más intensidad, no me gustaba su tono ni lo que insinuaba. Yo no era un perro al que hubiera que “controlar”.
—Pero entiéndele, Naiara se quedó atrapada en Eldarya por salvarle. Es normal que quiera ayudarla a regresar a casa. Si tan solo me permitierais abrir el portal una vez más… —volvió a insistir Castiel, aunque sabía de antemano cuál sería la respuesta de Zachariah.
—Os aseguro que Naiara no quiere ser salvada y os lo voy a mostrar —entonces chasqueó los dedos y el entorno cambió.
Reconocí de inmediato que estaba de nuevo en Eldarya. Frente a nosotros visualicé de inmediato a Naiara y a ese maldito vampiro del parche. Estaban uno frente al otro con las espadas en alto, a punto de atacarse mutuamente.
Instintivamente quise ayudarla y me abalancé para atacar al vampiro, pero me encontré con que al intentar herir al vampiro le traspasé como si no tuviera cuerpo físico.
—¡¿Qué demonios?! —grité sorprendido y me miré las manos.
A simple vista mi cuerpo parecía físico, entonces, ¿por qué Naiara no parecía verme y tampoco había podido atacar al vampiro?
Zachariah rodó los ojos ante mi actitud.
—No soy tan idiota como para llevarte de vuelta a Eldarya, esto es solo una especie de mirilla a Eldarya. Podemos verles, pero ellos no pueden vernos a nosotros.
Apreté mi arma con fuerza y miré preocupado el momento en que Naiara se abalanzó sobre el vampiro y empezaron a pelear.
—¡Pues abre un maldito portal, tengo que ayudarla! ¡No puedo abandonarla por segunda vez!
—¿Siempre es así de melodramático? —preguntó con voz arrogante a Castiel, lo cual me enfureció—. ¿Por qué no te callas un ratito, Dean, y observas?
A la fuerza no tuve más remedio que presenciar impotente como Naiara luchaba contra ese vampiro. Sam parecía sentirse igual de frustrado que yo, solo podíamos observar sin intervenir.
La batalla fue larga, en todo momento se notaba que el vampiro tenía ventaja, era más fuerte y habilidoso. Pero Naiara dio todo de sí y logró contener todos sus ataques e incluso le dio bastantes golpes contundentes que le desestabilizaron.
Pero finalmente la espada de Naiara cayó al suelo y el vampiro puso su espada contra su cuello mientras la miraba a los ojos.
—¡NO! —grité temiendo que fuera asesinada ante mis ojos—. ¡Por favor, haz algo! ¡Haré lo que quieras pero no dejes que la maten!
Zachariah me parecía un capullo integral, pero estaba dispuesto a suplicarle con tal de salvarle la vida a Naiara.
Pero me ignoró completamente y suspiró exageradamente como si yo le agotara.
Estaba por amenazarle para que abriera un portal que me permitiera salvarla cuando la escena frente a mis ojos cambió.
Naiara perdió su rostro serio y una sonrisa feliz apareció en su lugar, sorprendiéndome. No era una sonrisa fingida como las que me dio aquella noche en la discoteca, sino una sonrisa sincera, de corazón. De esas que me dedicaba durante nuestro tiempo juntos viajando por el mundo, solo que esta vez no estaba dirigida a mí…
Apenas un segundo después el vampiro también abandonó su expresión seria y dejó la espada a un lado antes de que se abalanzaran mutuamente sobre el otro y se besaran.
Mi boca se abrió por la sorpresa, tardé bastante tiempo en asimilar lo que estaba viendo. Podía oír a Sam reírse al ver mi expresión mientras Zachariah nos explicaba qué estaba pasando.
—Os he traído tres años en el futuro de Eldarya. Naiara ahora está integrada en la guardia de Eel y está saliendo con Nevra. Y te aseguro que lo último que quiere es volver a la Tierra.
¿Nevra? ¿así se llamaba ese capullo que estaba besándola?
Apreté los puños.
—¡Mientes! Ella jamás saldría con un vampiro, debes estar usando algún truquito de los tuyos, ¿verdad? Haces esto para que me rinda y no trate de abrir otro portal…
Castiel me interrumpió.
—No, esto es real, Dean. Ha sido Zachariah quien nos ha traído aquí, pero puedo sentir que esto es el futuro, no es una ilusión de las suyas. De serlo lo notaría —me aseguró Castiel y eso logró que una opresión desagradable se instalara en mi pecho.
Entonces… ¿ella no quería ser salvada esta vez?
Me quedé callado y seguí observando aquella escena sintiendo un dolor muy desagradable.
¿Era esto lo que ella sentía cada vez que me veía a mí con otras chicas?
Finalmente tras años de negármelo a mí mismo tuve que aceptarlo.
Sentía algo profundo por Naiara. Pero había estado haciendo el imbécil todos estos años y finalmente la había perdido.
Ella ya no me quería, ahora todas sus miradas cálidas y todas sus sonrisas sinceras eran para otro.
La había perdido para siempre.
Por primera vez había tenido la oportunidad de estar con una chica a la que no habría tenido que ocultarle nada, podría haberme mostrado tal cual era.
Un cazador.
Ella estaba dispuesta a ir al fin del mundo con tal de estar conmigo y nunca había mostrado temor de verse involucrada en todo lo sobrenatural. Al contrario, cada día había luchado por hacerse más fuerte y poder estar a nuestro lado. Y sin embargo yo, en vez de aceptar la oportunidad que se me estaba dando, lo arruiné todo al alejarla de mí. Pensaba que lo hacía para protegerla, pero ahora me daba cuenta que tal vez solo había tenido miedo.
Miedo de perderla si la involucraba en mi mundo.
Miedo de no ser suficiente para ella, después de todo, ¿qué podía ofrecerle aparte de una vida en la carretera y peligro constante? Naiara merecía algo mejor y sin duda yo no era lo que ella necesitaba.
O eso me decía a mí mismo para convencerme de que hacía lo correcto al alejarme de ella, pero la realidad era que Naiara ya estaba involucrada en el mundo sobrenatural mucho antes de que nos conociéramos e incluso después eligió esta vida. Nunca habíamos pertenecido a mundos diferentes, ambos pertenecíamos al mismo aunque me había negado a aceptarlo.
Sin embargo mi miedo había terminado alejándonos y finalmente la había perdido, que era justo lo que pretendía evitar. Era irónico…
—Vámonos, ya he visto suficiente —dije con voz fría, fingiendo que no me importaba mientras Naiara y Nevra abandonaban ese jardín tomados de la mano.
“Adiós, Naiara. Sé feliz”, fue el último pensamiento que le dediqué antes de que Zachariah chasqueara los dedos y volviéramos al mundo real.
***
Sentí un escalofrío y no sé por qué miré atrás.
Pero detrás de nosotros no había nadie.
Nevra me miró confuso y miró también hacia atrás.
—¿Ocurre algo? —me preguntó.
Negué con la cabeza.
—No, nada, solo ha sido una… sensación. Nada importante, no te preocupes —le dije y retomamos nuestro camino en dirección a mi habitación.
Pero por algún motivo tuve la sensación de que Dean se despedía de mí. Seguramente solo eran imaginaciones mías, tal vez era mi subconsciente diciéndome que finalmente había encontrado mi lugar en el mundo y había pasado página.
Siempre había creído que mi lugar estaba con los Winchester, pero estos tres años me habían hecho ver que mi lugar siempre había estado en Eldarya, junto a Nevra.
Y si todo el camino que había recorrido había sido necesario para llegar a este punto lo recorrería una y otra vez sin dudarlo. Aunque ello implicara repetir todas las cosas dolorosas, ya no concebía mi vida sin Nevra y sin mis amigos de la guardia.
Así que cerré los ojos y me despedí para siempre de aquella vida. Cuando abrí los ojos de nuevo continué andando con Nevra a mi lado mientras la luz del atardecer iluminaba nuestro camino.
FIN
Última modificación realizada por Noemy (El 18-05-2021 à 11h47)